lunes, 8 de marzo de 2010

Las Palmas de G.C. ciudad de la cultura joven

Publicado en la revista savanah en Noviembre de 2008


Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad en pleno proceso de transformación, son muchos los acontecimientos recientes que nos podrían llevar a esta afirmación. El brutal crecimiento de su periferia, el aumento de la población joven por los estudiantes extranjeros de intercambio, la reciente variedad de zonas de ocio nocturno…

La transformación que nos interesa no es la producida por la lamentable destrucción sistemática de los símbolos espirituales de esta ciudad; como su carnaval, sus bares de siempre, sus fachadas históricas… Una de las transformaciones sociales más interesantes e importantes que se ha producido en las últimas décadas ha sido la que han llevado a cabo los jóvenes en el ámbito de la participación en los movimientos culturales.

La cuestión sería ¿podría Las Palmas de G.C. convertirse en una ciudad de referencia en el circuito mundial de la cultura joven?

Ejemplos paradigmáticos de eclosiones culturales de éste tipo, vinculadas a determinadas ciudades, serían, por ejemplo, la irrupción del rock-punk en el 77, en Londres. En este caso, aparte del ya de sobra conocido "háztelo tu mismo" me quedaría con la frase del grupo The Clash: “En 1977 espero ir al cielo”.Cielo que anhelo alcanzar aquí, en la tierra, en mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria.

El ambiente de las ramblas de Barcelona en los años setenta; una amalgama en la que convivían dibujantes de cómic, pintores, actores de teatro independiente, músicos, colgados… conocidos como la gente del “rollo”, me lo imagino a diario por la zona de Triana, con los jóvenes de aquí y de fuera mostrando sus últimas ilustraciones, diseños, tocando sus instrumentos en la calle, realizando pasacalles… pasear así sería más divertido.

El movimiento del “rollo barcelonés” tendría su réplica años más tarde, con una enorme repercusión mediática, en la archiconocida “movida madrileña” y la conocida frase que coincidía con una revista que recogía el espíritu de la época; “Madrid me mata”. Que me mate a mi Las Palmas, para luego poder acceder a ese cielo terrenal, pero que sea ésta una muerte dulce, no la que me produce la inexistencia total del aura que caracterizó a los movimientos antes mencionados. Ese deseo de querer hacer cosas, expresarse, compartir inquietudes, tener la sensación de que se vive una época especial y de que se está en el sitio indicado.

Queda claro que ésta no es una ciudad tan populosa como Madrid, Barcelona o Londres, pero existen muchísimas personas dispuestas a contribuir con su trabajo al enriquecimiento social de la ciudad para convertirla en una urbe aún más cosmopolita. Quizás el principal obstáculo sea la falta de conexión entre los distintos campos expresivos y el predominio de ciertas modas que separan entre las personas que las siguen y los que no lo hacen.

Un movimiento fuerte que aunara a personas que se dediquen a las artes plásticas, al teatro, la danza, el mundo audiovisual, la música, las letras… y que contara también con otros que, sin dedicarse direcyamente a estos temas, disfrutaran con ese ambiente, sería el inicio para que Las Palmas de Gran Canaria pasara, por fin, de ser una ciudad históricamente acomplejada, para empezar a sentirse menos idiota, orgullosa de lo que se hace dentro de sus lindes. Sería cuestión de valorar la expresión en sentido amplio, sin tener que estar siempre haciéndolo en términos de bueno o malo. Cuando se da una situación caracterizada por la aparente falta de inquietudes, lo importante es expresarse, con mayor o menor fortuna, pero expresarse al fin y al cabo. Hacer algo.

Otro movimiento que aún no he mencionado fue el producido en Manchester a inicios de los ochenta donde, apadrinados por el televisivo “Tony Wilson” y el sello discográfico “Factory Records”, unos jóvenes propiciaron el nacimiento del “acid house” y de la cultura “rave”. La frase de moda por aquel entonces era “Quiero ser de Manchester”. Quizás en un futuro cercano, la frase que se escuche por Europa, debido a la cantidad de estudiantes de fuera que han pasado aquí un inolvidable año de sus vidas sea: “Quiero ser de Las Palmas de Gran Canaria”, y es que, sería maravilloso que todos los días se convirtieran en días de Carnaval.

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