domingo, 7 de marzo de 2010

Conmigo, mejor, no cuentes

Publicado en la revista savanah en Septiembre de 2009



Hace unos meses recibí la invitación de un supuesto realizador televisivo para colaborar como guionista en un programa de cultura joven. Yo, como suele ser habitual en estos casos, me ilusioné mucho al poder, por vez primera, realizar un trabajo para televisión.

La invitación se produjo porque un día, cuando estaba con la distribución del quinto número de la revista que dirijo, coincidí con él en una tienda en la que suelo dejar varios ejemplares de la publicación. Con aires de cazatalentos y como si fuera un gran conocedor del tipo de muestra que yo me he propuesto abordar me dijo “¿Esta revista la haces tú?”-contestándole- “Sí, junto a una diseñadora y algunos más que se han ido sumando”.

Me comentó, también, que tenía un proyecto entre manos y que le gustaría quedar conmigo para así poder explicármelo. En la entrevista que tuvimos, aparte de felicitarme por mi trabajo editorial, me dijo que había pensado en mí como guionista de su programa juvenil-urbano. Yo accedí encantado, dejándome llevar por ese impulso-la inquietud- que me ha hecho realizar unos cuantos trabajos relacionados con las expresiones juveniles.

Mi función consistía en realizar una historia sobre el deporte del skate en Las Palmas, para lo cual intenté estar bien documentado, entrevistándome con varios protagonistas directos del inicio de este deporte en la ciudad, desplazándome a varios sitios, haciendo unas cuantas llamadas telefónicas para aclarar algunos datos…bueno, todo lo que supone elaborar un guión en condiciones, aprovechando también mi pasión y práctica desde niño de este deporte.

También le puse en contacto con varias personas que conocía y que le podían facilitar información sobre este deporte, así como con miembros de grupos musicales. Poco después me di cuenta de que había cometido un enorme error al pasarle muchos de mis contactos; no revelar tus fuentes es una de las máximas de la información, pero como mi aprendizaje en este campo discurre básicamente por el camino de la práctica, estos palos son frecuentes.

Toda esta colaboración se hacía sin ningún tipo de contraprestación económica, pero me daba igual, porque pensé que después de haber hecho mis pinitos en radio y en algunas revistas, era el momento de probar con un proyecto televisivo.

Mi decepción empezó cuando me desplacé hasta el sur de la isla para observar una entrevista que querían hacer en una escuela de baile Funky. Aparte del impactante gusto hortera con el que se decoraba el local de ensayo, una sensación de arrepentimiento me abordó cuando comprendí de qué iba todo aquello; de ser moderno a toda costa, aunque se cayera en la cutrada que supone el “rollito Fama”. Estaba claro que lo del baile Funky tendría gancho, por ser el referente de muchos niños que se tragan todo lo que ven por la tele. Pero, sinceramente, me resultó imposible creer en un proyecto que pretendía mezclar expresiones realmente creativas y urbanas como los impresionantes trabajos de un genio graffittero, los skater más destacados del puerto o las músicas de buenos grupos musicales, todo esto, con los bailes “super mega guay” de los americanizados de turno. No, por ahí si que no.

Pero no quedaba ahí la cosa, el desconocimiento de este supuesto realizador sobre todas las formas expresivas que quería abordar era absoluto, “joder, por lo menos podrías estar un poco al loro”-pensé. Yo, al igual que otros, le veníamos muy bien para compensar su falta de conocimientos a ese respecto.

Intenté desvincularme de su proyecto pero aún así elaboré el reportaje porque me había comprometido a ello. Unas semanas después me volvió a llamar preguntándome sobre grupos que considerara buenos para meter en el programa, yo le hablé de mis preferidos: Miniatura, Brutalizzed Kids, Pumuky, Rafa Valido…y le pregunté que le había parecido el texto que le había enviado. A lo que me contestó, sin disculparse por ello, y sólo porque yo se lo había preguntado, que no lo utilizaría en un principio porque quería prescindir de esa parte. Yo me quedé con cara de tonto al ver que el trabajo realizado había sido en vano. Me cabreé al no comprender cual era ya mi función en ese proyecto. Sería el primo de turno que le ayudaría siempre que me lo pidiera para recomendarle grupos musicales y hacer escritos que luego no se aprovecharían, ¡vamos hombre, por los cojones!

Siempre me he prestado para colaborar con gente que se dedica a expresarse en cualquier medio y de cualquier forma; como estos escritos que publico aquí, en savanah, y los trabajos de voluntario que realizo en alguna asociación.

Pero lo que no volveré a hacer es resolver la papeleta a alguien que después ni te lo va a agradecer ni dejará constancia de tu trabajo. Creo que para abordar estos proyectos; ya sean revistas, programas televisivos o radiofónicos, hay que hacer previamente algo tan placentero y necesario como es empaparse de información relativa al contenido temático que queremos tratar, estar documentados, informados. Y para ser urbano… hay sobre todo que pasar muchas horas en la calle, gastando muchas suelas, desgastando muchos vaqueros, observando lo que se cuece por la ciudad y actuando cuando sea necesario, sin olvidar, que el rock fue uno de los primeros movimientos musicales urbano-juveniles de las ciudades occidentales, treinta años antes de que, la también respetable, cultura hip-hop irrumpiera en las calles.

0 comentarios:

Publicar un comentario